Con o sin aplausos

Voy a reconocerte que tengo algún que otro defectillo 😉.

Hoy sólo te voy a contar uno, otro día a lo mejor, te cuento algo más.

Ese defectillo, voy a ser sincera, lo vamos a llamar defecto,

está relacionado con mi intolerancia a todos aquellos que no entienden la música clásica como yo, que no la disfrutan como yo.

Hay personas que disfrutan de diversos espectáculos.

El para qué acudir a estos eventos, es porque cuando sales, te ha proporcionado un bienestar X, risa, llanto, evadirte…

Para mí, ir al Auditorio Nacional, es como llenar un cubo de tranquilidad que, durante un tiempo me ayuda en mi día a día. Es como si hiciese la “súper meditación”, como si me tomase la pastilla para dormir, no recuerdo su nombre, esa que va soltando lo que suelte durante toda la noche.

Como es mi momento de meditación, no permito que los demás se lo tomen como si acudiesen al cine.

Permitir, lo tengo que permitir, pero es tal la energía que me llevo del auditorio, que el mínimo ruido me corta la “meditación” y entonces es cuando dejo de disfrutar, porque estoy más atenta a la señora que está rebuscando en el bolso un caramelo y de aquellos que no saben que el brazo tiene una doble función, la de “amortiguador de toses”.

Mi pasión por el instrumento de cuerda, hace que muchas personas cercanas lo utilicen como opción de regalo.

Ese ha sido el caso este año, para mi cumpleaños, mi sobrino me ha regalado unas entradas para escuchar un tributo al grupo de música QUEEN, interpretado por un cuarteto de cuerda.

Por desgracia para mí, mi nivel de intolerancia ya no me permite acudir a esos eventos, pues las personas que acuden, invaden mi energía, pero está claro que no pensaba rechazar esas entradas.

Aunque intento trabajar ese defecto, mis avances son lentos.

Hasta ayer…

El músico que hacía de vocal del grupo, interpretó el papel del director del cuarteto, al estilo de Constantino Matínez Orts, de la Film Symphony Orchestra, fue introduciendo los bloques de canciones que iban a interpretar y exhortando al público a que participase con palmas o con voz, cuando así lo sintiesen.

Por un momento, te tengo que reconocer que entré en cierto desconcierto, pero me sorprendí a mí misma disfrutando con las patadas en el suelo y la palmada con el tema We Will Rock You.

Por supuesto que yo no participé, te recuerdo que estoy trabajándome mi adicción.

Y tú dirás, ¿pero para qué me cuentas todo esto?

Pues espero que algo hayas intuido.

Hay ocasiones que no somos capaces de disfrutar con el resto, que carecemos de herramientas que nos ayuden a ponernos en otro lugar, a diferenciar, a por qué no, a valorar que hay otras fórmulas de disfrutar, aunque no sean tan intensas como tú esperas o estés acostumbrado.

Aceptar que hay otras fórmulas de disfrute es el primer paso para bajar tu nivel de expectativa. De gozar desde otro lugar.

Es difícil, te lo acabo de contar, te acabo de contar cómo sufro en determinados eventos, pero también he dejado que ese sentimiento pase a formar parte de mi lado racional y pueda aprender a disfrutar de otra manera, pero disfrutar, al fin y al cabo.

P.D. Si eres de los que no beben agua a mitad de un concierto, la próxima vez que vaya al Auditorio, podrás venir conmigo 😉.

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *