Los Zapatos Rojos

Los zapatos rojos

La primera vez que vi Mago de Oz, la entendí como una película de aventuras.

Tenía la edad de la protagonista en ese momento (año arriba, año abajo) y también pasaba mucho tiempo con mis tíos. Así es que mi cabeza no dejaba de encontrar similitudes.

La segunda vez que la vi, seguí encontrando similitudes, esta vez relacionadas con algo más interior, ya no me dejé deslumbrar por sus zapatos rojos, esta vez fue algo menos terrenal, como son nuestros miedos, nuestros miedos de lo que creemos que carecemos.

Digo creemos porque en muchas ocasiones esas carencias de las que nos apropiamos están basadas en esos pensamientos con los que hemos fabricado nuestra personalidad, pero que muchos de ellos son ajenos a nosotros mismos, los hemos heredado de nuestros padres, profesores, familia o amigos.

La película nos muestra, al menos, tres miedos muy extendidos entre nosotros.

 La carencia de “cerebro” de El Espantapájaros.

¿Cuántas veces no te has repetido a ti mismo que no eres inteligente?

¿Cuántas veces, después de una partida al trivial has pensado que para qué tantos estudios si no sabes nada?

Por si no te lo has planteado, existen 15 tipos de inteligencia. Tu coeficiente intelectual, no es el único valor por el que ahora se mide cómo de inteligentes somos.

Es un alivio, ¿no te parece?.

La carencia de “corazón” que mostraba El Hombre de Hojalata.

Crecer en un entorno “hostil” nos aleja y mucho del amor y del cariño.

Por entorno hostil, entiende como ese núcleo familiar donde no han sabido entender tus sentimientos, tu personalidad y te han tratado, como dicen muchos padres, por igual.

Ese por igual, en la mayoría de las ocasiones, hace crecer a personas que andan perdidas buscando relaciones que no son apropiadas para ellas, pero que creen que se acomodan más a un modelo de amor que han recibido, no el amor que realmente necesitan.

La carencia de “valor” de El León.

Otro miedo infundado.

Cuantas veces no habrás escuchado.

-“Pues hija, tú haz unas oposiciones, así ya tendrás un trabajo seguro”.

-“¿vas a estudiar eso?, eso no tiene salidas y luego no tendrás trabajo”.

-“¿Qué te vas a ir un año a trabajar fuera?, ¿tú solo?, lo que tienes que hacer es buscar trabajo aquí y nosotros te ayudaremos, hasta que encuentres un buen trabajo.

-“ ¿Qué vas a hacerte autónomo?, eres muy valiente”.

Tanto son los mensajes negativos que nos convierten en estatuas, sin pensar que incluso a ellas las deteriora el viento.

Busca esa fuerza que llevas dentro y alcanzarás lo que te propongas. Te puedo ayudar.

P.D. Y Dorothy, ¿sabes cuál era su miedo?

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