A tu hija no le gusta tu nuevo sillón

Lo de viajar en metro está bien.

Como he escuchado tu queja desde aquí, puntualizo,

Está bien si lo haces de vez en cuando.

Para el cada día, con tu tupper, el bolso, el abrigo, el paraguas, el móvil, el libro… 

Pues no, la verdad es que no.

Para mí, que lo hago de forma esporádica,

Me da mucho juego para mi estudio propio sobre el comportamiento humano.

Ayer lo tuve que utilizar para un trayecto largo.

Cuando estás en el mismo vagón con las mismas personas más de 30 minutos, pueden convertirse en íntimos tuyos, pues mucha gente aprovecha para hablar por teléfono.

La conversación de ayer, la mantenía una mujer.

Al parecer había hecho obra en su casa, pero desafortunadamente, el comienzo había sido un poco desastroso

Había contratado una empresa para que le realizase un proyecto integral, desde el diseño de la nueva distribución de la vivienda, la obra en cuestión y el diseño posterior con el mobiliario incluido.

La empresa quiebra y por unos meses, al parecer, se paraliza todo, pero se vuelve a poner en marcha, aunque no sé cómo, porque me pierdo esa parte de la conversación por un anuncio de megafonía.

En fin, que me enrollo, que lo que te quiero contar es que ya está en la última fase, y parece ser que el otro día ya fue a escoger los sillones del salón.

Le contaba al receptor del mensaje, que cuando llegó a casa y le contó a su hija que había escogido el color verde como tela del sillón, a ella no le había gustado.

Esta mujer se sentía fatal, porque ya lo había encargado y no sabía si ir a cambiar el color.

Irremediablemente, me tengo que bajar del vagón.

Dejo atrás a mi nueva amiga con un dilema que es extensible a cualquiera de nosotros, en alguna situación parecida, ya sea madre-hija, marido-mujer, hermano-hermana.

Esa falta de seguridad viene infundada frecuentemente por querer satisfacer a todos,

por no querer entrar en conflicto,

para que no se enfaden.

Si no lo has descubierto ya, esa misión es imposible de acometer,

Repito, imposible, satisfacer a todo el mundo.

En la situación que te cuento, ni siquiera tendría que haber llegado a pensar en cambiar el sillón.

La casa es tuya, el sillón lo pagas tú, a tu pareja, que también lo va a usar 😉 también le ha gustado,

Punto fin.

Como decía mi madre: ­­—Cuando tengas tu casa, lo pondrás como a ti te guste–.

P.D. Si tu hija te regala un sillón y el color no te gusta, siempre puedes ponerle unas fundas 😉.

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