Me Divorcié

Me divorcié

Podría acabar este Newsletter con sólo poner el título, pues divorciarse es algo común en nuestra sociedad y es, a su vez una de las experiencias más traumáticas por los que las personas podemos pasar, junto con la muerte de un ser querido.

Y aunque no a todos nos puede afectar de la misma manera, bien por cómo se haya producido la ruptura o si se tienen hijos o no, lo que sí nos dejan a todos son secuelas.

Si hoy te hablo de esto es porque ayer me acordé de mi primer marido.

Concretamente de una de las razones por las que creo que hice que mi matrimonio se fuese al traste hace más de 20 años.

No, no estoy siendo victimista, de hecho, la verdadera causa de que mi divorciase fue que me lo encontré con otra en mi cama.

Y aunque no justifico su acción, visto con perspectiva, fue la manera que tuvo de dejar en mis manos que yo tomase la decisión, pues él no sabía cómo hacerlo.

La razón de la que te hablaba es la de que le echaba toda la culpa a él de mi falta de felicidad.

Trabajaba en unos grandes almacenes y apenas nos veíamos.

Entre semana, yo trabajaba de 8 a 18 y él llegaba a casa a las 11:30 de la noche y los fines de semana cuando libraba los domingos, íbamos a visitar a nuestras familias.

Aunque se presenta complicado, mi actitud fue la de no hacer planes hasta que él no libraba, o bien una tarde a la semana o los domingos por la tarde, una vez habíamos visitado a nuestras familias.

Me resigné a que ahí se terminaba mi vida.

Esa resignación estaba envenenada. En cada conversación que manteníamos le reprochaba que no cambiase de trabajo. Se convirtió en una discusión recurrente durante largo tiempo y acabó, pues como acabó, él en mi cama con otra.

¿y porqué me acordé de él ayer?

Por las secuelas.

Mi marido y yo (me volví a casar 😉) hemos comenzado una nueva rutina. Salimos a andar juntos todas las tardes a partir de las 19:00, pero ayer me llamó para decirme que llegaría justo y que le esperase.

Como ya son muchos años juntos, sabía que no iba a llegar, por lo que tomé una decisión, la de hacer mi rutina sí o sí, viniese o no.

Así es que, a la hora de nuestra salida, lo hice sóla, como sabía que sucedería.

Así contado, parece una decisión muy fácil de tomar, pero el cerebro a veces te pone trampas y a mí me puso una, la de mi pasado.

Me hizo dudar, me hizo llegar a cuestionar si debía esperarle e incluso a plantearme no salir si él no lo hacía.

Te he tenido que contar muchas cosas previamente sólo para justificarte lo importante que es tener un liderazgo sobre tu vida, a no depender de las decisiones de otros y ser consecuentes con las de uno mismo.

Nada fácil esto de divorciarse, pero fue lo mejor que me podía haber pasado. Ahí te lo dejo 😉.

Te escucho.

P.D. Uno de los mantras que me repito es que, todo sucede por una razón. Pero el que está por encima de ese es el de, el poder de hacer que las cosas sucedan está en mí.

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