No lo entiendes o que
Desde hace aproximadamente 6 meses, mi padre se ha otorgado, él mismo, una obligación para con mi hijo.
Le trae dos veces a la semana leche fresca.
Es especial, porque es leche de una vaquería que hay cerca de donde vivimos.
Para calcular los litros que tiene que traernos y que no nos quedemos sin ella, ha valorado la leche que tomaba mi hijo hace ya un par de años, que era mucha.
En la actualidad, sus hábitos alimenticios han cambiado, sigue bebiendo leche, pero en menor cantidad.
Esto ha supuesto que, en un par de ocasiones, uno de los litros se estropee, pues no le daba tiempo a beberla en fecha.
Ante este suceso, le expliqué a mi padre que por favor redujese el pedido “involuntario”, a lo que me contestó que para que eso no sucediese, yo también bebiese de esa leche y no de la que yo tomo.
Y aunque le expliqué que, mi decisión de tomar leche de otra clase es más bien por cuestiones de salud, pues me flipa la leche fresca, hubo silencio por respuesta y él sigue con su rutina.
Ante esta rutina que se autoimpuesto, he doblegado mi brazo, si él quiere, pues quién soy yo para impedírselo, además de que soy consciente de que es el tipo de batalla que voy a perder, por ende, lo dejo todo a su voluntad.
La batalla que sí inicié, es la de insistir en que, por favor, redujese la “mercancía”, y os tengo que decir, que la he perdido,
me he rendido.
Rendirse es muy duro. Pues a veces tengo que tirar leche porque se ha estropeado. Esta razón es la que me empujó a seguir luchando por mi postura.
Pero rendirse, deja a tu cabeza que descanse.
Va a aceptar que no dependen de ti las decisiones de otras personas, sobre todo cuando ya has expuesto y explicado tus razones ante una circunstancia, sea la que sea.
¿Cuántos años llevo entrenando rendirme?
Muchos.
¿Tú también puedes aprender?
Por supuesto.
P.D. Te anticipo que las primeras 50 veces que tiras tu bandera al suelo, es muy doloroso, sobre todo para tu ego, pero a partir de la 51, es una liberación.